Los neurocientíficos reconocen que nuestro cerebro es limitado. Los mecanismos más íntimos y la forma en la que procesa la información tiene límites. Es nuestro órgano más complejo y a lo largo de las últimas cuatro décadas hemos aprendido cómo funciona.
La tecnología nos ha ayudado a avanzar y comprender mejor el funcionamiento interno del cerebro. Ya existe una tecnología que nos permite registrar la actividad de nuestro cerebro. Por un lado, los conocimientos del sistema nervioso han avanzado. Y por otro lado la microelectrónica ha ido evolucionando y desarrollando equipos específicos.
Han llegado los primeros “wearables” neurotecnológicos pero ¿Qué pasará con nuestra neuroprivacidad?
El desarrollo tecnológico está en auge. Se han desarrollado equipos portátiles capaces de recoger información sobre la actividad eléctrica de nuestro cerebro. Se puede incluso estimular de tal manera que se pueden paliar los efectos de las enfermedades como el párkinson o el dolor crónico.
Otro de los impactos positivos que está teniendo esta tecnología es en la calidad de vida. Muchas personas con discapacidades motoras han podido disfrutar de estas ventajas. Pero el desarrollo de la neurociencia a parte de traer beneficios, causa muchas dudas.
Cada vez estamos más cerca de recoger e interpretar toda actividad neuronal utilizando dispositivos que van avanzando y se popularizan cada vez más. Esto nos acerca a la cuestión de ¿Qué pasará con nuestra neuroprivacidad?
Los avances científicos nos permiten registrar la actividad neuronal y actuar directamente sobre determinadas regiones del cerebro
Los avances científicos nos dejan tanto registrar la actividad neuronal, como actuar directamente sobre determinadas regiones del cerebro. Una de las últimas innovaciones técnicas es la interfaz neuronal directa. Esta tecnología persigue recoger la actividad eléctrica de nuestro cerebro y entregar esa información a un ordenador para que pueda ser procesada e interpretada.
Para que esto sea posible hay que instalar unos sensores. Estos sensores recogen ondas cerebrales de la actividad eléctrica del cerebro. Estos dispositivos pueden instalarse en el cráneo. Por lo tanto no hace falta cirugía ni ningún procedimiento quirúrgico. No es invasiva aunque algunos sensores sea necesario colocarlos directamente en contacto con el cerebro.
Los investigadores siguen trabajando para que esta tecnología siga desarrollándose. En un futuro tendrá muchas más aplicaciones que las que hay ahora. De momento se está utilizando para ayudar a personas con discapacidad motriz.
La neurotecnología y su innovación
Las máquinas que se utilizaban para recoger la actividad eléctrica del cerebro eran muy grandes y aparatosas. No era viable instalarlas en centros sanitarios o laboratorios. Esto ha cambiado, ya existen diferentes dispositivos portátiles capaces de llevar a cabo estas tareas.
Muchos de los proyectos que conocemos están todavía experimentándose. Pero prometen tener un impacto en el futuro de estas tecnologías. Uno de ellos es el dispositivo de Nerralink Corporation. Un dispositivo capaz de tratar pacientes que sufran de discapacidades causadas por desórdenes neurológicos mediante sensores implantados en el cerebro. Han hecho una demostración hace poco del uso de esta tecnología con un mono. Este dispositivo es muy pequeño y puede llevarse encima sin problema. Persigue recoger e interpretar la actividad del sistema nervioso para tratar dolencias.
La innovación va más allá. Es posible actuar sobre el sistema nervioso del usuario y aplicar impulsos eléctricos. Muchas de las pruebas que se están llevando a cabo son con animales. Se ha demostrado que se puede incidir en su comportamiento e incluso eliminar recuerdos e implantar otros nuevos.
Todavía queda mucho recorrido en este campo. Pero los descubrimientos tecnológicos y los conocimientos adquiridos en los últimos años han sido extraordinarios. Todos ellos han podido mejorar la calidad de vida de las personas.
Se debate si nuestra neuroprivacidad estará segura en un futuro
La tecnología en estos dispositivos tiene un futuro prometedor. Muchas compañías están apostando por la neurociencia y esto es muy esperanzador para las personas que tienen problemas con el sistema nervioso.
Se plantean muchos interrogantes alrededor de esta tecnología. No sabemos qué riesgos conllevan desde el punto de vista sanitario. Si los organismos oficiales supervisan y se responsabilizan de aprobar o denegar la comercialización de este tipo de productos. Y por supuesto si alguien nos garantiza nuestra neuroprivacidad. Esta última cuestión es razonable ya que hay dispositivos capaces de registrar la actividad de nuestro sistema nervioso. Siendo capaces de procesar esta información, analizarla e interpretarla. Puede ser utilizada para otros fines y es ahí donde hay que poner límites y asegurar nuestra seguridad y privacidad.
Si la tecnología y la neurociencia sigue avanzando puede que sea posible un futuro con dispositivos neurotecnológicos capaces de identificar nuestras emociones, patrones de conducta y asociarlas a estímulos concretos.
Puede que incluso sea posible manipular e interferir en la actividad cerebral de una persona. Por el momento son suposiciones, hipótesis razonables de lo que la neurociencia nos permitirá hacer en un futuro no muy lejano.
Estos avances en productos tecnológicos serán beneficiosos en la calidad de vida de las personas. Deben utilizarse con responsabilidad y usarse de una manera ética. En la práctica esto no siempre es así y es ahí donde se genera un debate, ¿Estará segura nuestra neuroprivacidad?.