El viernes pasado dejamos nuestros ordenadores para sustituirlos por tenedores y cuchillos. Nos levantamos de nuestras sillas para sentarnos en una mesa repleta de comida. Abandonamos la oficina para embarcarnos en una jornada maravillosa. Nos fuimos de comida de Navidad y no queríamos que te quedases sin saber qué tal fue.
Semanas antes de la comida de Navidad, tan solo nos dieron a elegir entre carne y pescado, pero la expectación era máxima. Una sesión de karts o un viaje al Parque Warner habían sido protagonistas de las sorpresas de años pasados. Sabíamos que algo se estaba cocinando, pero no teníamos claro el qué.
El 16 de diciembre más o menos acertamos con la temática. Nos dirigimos a Platea Madrid, en Castellana, y tuvimos la oportunidad de asistir a un mini curso de cocina dirigido por Quique Díaz, chef ejecutivo del restaurante, y Alejandro Moreno, segundo jefe de cocina. Miles de ingredientes desfilaban ante nuestros ojos: salmón, atún, ostras, huevos… Mejor echarle un ojo a la galería.
Nos pusimos el delantal, cogimos cuchillo, tabla y ganas de darlo todo y la sesión no pudo ir mejor. Tras una hora de duro trabajo y varios consejos y trucos para la cocina diaria habíamos creado arte. Unos mejor que otros, todo hay que decirlo, pero arte al fin y al cabo. Tras las risas y la experiencia fuimos como ratas de laboratorio ya que nos tocó comernos lo creado y he de deciros que disfrutamos enormemente: makis de salmón, atún con salsa y caviar de soja, foie con granadas y otras delicias de las que no recordamos el nombre, pero estaban riquísimas.
Poco después dejamos el papel de Karlos Arguiñano para sentarnos a la mesa y disfrutar, también en Platea, del festín. La comida estaba buena, pero la compañía fue mejor: risas, anécdotas, bromas y todo con un tono muy familiar. Después, comenzaron las copas y hasta aquí podemos leer…